Las redes 5G: qué son y para qué servirán

Aún en fase de estandarización y desarrollo, las conexiones 5G, la quinta generación de telefonía móvil, son la última pieza del puzle de la hiperconectividad del planeta. El escenario actual requiere de un esfuerzo en infraestructuras que soporten la ingente cantidad de datos móviles y de internet para hacer frente a los nuevos retos para el futuro. Lo cambiará todo. Hay una hoja de ruta establecida entre las empresas e instituciones implicadas (fabricantes, operadores, servicios de redes, administraciones…) que prevé que para el año 2020 ya se encuentren disponibles las primeras redes comerciales para uso doméstico. Hay numerosos proyectos iniciados.

Recientemente, Orange y Ericsson han llevado a cabo la primera prueba de 5G en la calle en España. El objetivo, mostrar las prestaciones que ofrece esta conectividad móvil. En ese ensayo se ha logrado alcanzar una velocidad superior a los 15 Gbps y la reproducción de un vídeo 4K en «streaming» en movimiento y en un entorno urbano. En esa batalla por llegar los primeros, la operadora Telia ha anunciado el despliegue de los primeros casos de uso de 5G en Europa, usando por primera vez una red en un entorno real con usuarios comerciales en colaboración con Ericsson e Intel.
Pero vayamos por partes, ¿qué es el 5G?

Estas conexiones ofrecen velocidades hasta 100 veces más rápidas que las actuales LTE o 4G, unas redes que sin embargo aún no han completado su despliegue en todo el territorio nacional. Sí es cierto que entornos controlados y en laboratorios se ha logrado alcanzar velocidades hasta 250 veces superiores que los modelos actuales. Cabe destacar que el 5G no solo supone más rapidez de transferencia. Es mucho más. Está diseñada conectar todas las cosas, desde coches, maquinaria pesada o especializada, hasta las redes eléctricas. Para conectarlo todo. Todo ello será posible gracias a una reducción impresionante de la latencia, un factor clave a la hora de navegar por internet al tratarse del tiempo que tarda un dispositivo electrónico en recibir un paquete de datos del servidor.

Supondrá una «gran revolución», en palabras del presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete. Actualmente, el 4G es capaz de mover unos 40 megas por segundo, pero en los primeros ensayos el 5G ha logrado alcanzar los 10 gigas, manejando incluso hasta cien dispositivos conectados al mismo tiempo. Las compañías remarcan que esta tecnología basada en la construcción de redes potentes y flexibles conllevará la aparición de una nueva generación de experiencias en distintos ámbitos como las ciudades inteligentes, el «Internet de las Cosas», los dispositivos autónomos, la industria conectada o la sanidad, revelando casos concretos de uso que todavía «no se pueden imaginar».
¿Necesitará de una infraestructura propia?

Los expertos insisten en que la infraestructura LTE existente en la actualidad sirve de base para hacer crecer la red 5G, con lo que no se espera, al menos de inicio, una gran inversión. Tampoco, a priori, supondrá un incremento del precio de las tarifas, aunque es algo que está por ver. Se desconoce cómo van a monetizar las operadoras estas conexiones en el futuro.

Se espera que la construcción y despliegue del 5G por toda Europa requiera de una inversión próxima a los 56.000 millones de euros. Tendrá también impacto a nivel económico, ya que se espera la creación de unos 2,3 millones de puestos de trabajo. Las redes 5G serán, según los planes de la Comisión Europea, un activo fundamental para que Europa pueda competir en el mercado mundial. Los ingresos mundiales procedentes alcanzarán el equivalente a 225.000 millones de euros en 2025.
¿Qué suponen estas nuevas conexiones?

Las redes de quinta generación supondrán nuevas ventajas a nivel general como el desarrollo del «todo conectado» y la convergencia de la computación y el procesamiento de datos. Tendrá tres aportaciones fundamentales a nivel cuantitativo: una reducción del retardo de las comunicaciones, un aumento del caudal de transferencia de información y la mejora de la cobertura.

Para tener en cuenta su impacto, tan solo hay que acudir a un par de ejemplos. Las redes 4G están pensadas para los terminales móviles que consumen grandes cantidades de recursos (llamadas, descarga de aplicaciones, reproducción de videos, mapas). Uno de los usos en el beneficio de todos será en el sector salud, por lo menos a nivel remoto. El problema es que, en la actualidad, respecto al 4G, hay zonas todavía sin cubrir.

Por ejemplo, gracias a una red así de rápida se podrían conectar dispositivos médicos y obtener datos o análisis en tiempo real. Beneficiaría también a localizaciones que no se pueden permitir un hospital avanzado. Estas conexiones darán pie, por lo tanto, a la aparición de drones autónomos, el inicio del coche conectado, la popularización de la realidad virtual, la industria 4.0 basada en robótica y nuevos servicios en la nube integrados en la red que «dará mejores servicios de respuesta.
Vale, sí, pero ¿por qué me tiene que interesar?

Gracias a esta infraestructura y al tremendo caudal de datos que fluirá por el 5G permitirá, así, consolidar la era llamada «Internet de las Cosas», que propone que los objetos electrónicos «hablen» entre sí al conectarse a internet; iniciará una nueva fase en la Industria 4.0, en donde los procesos robotizados y el control remoto formará parte de su día a día; y servirá para iniciar la revolución del coche autónomo, ya que los vehículos del futuro transferirán millones de datos por segundo y necesitarán de recibir información del entorno para funcionar.

Han conseguido que sea posible conducir remotamente un vehículo de pequeñas dimensiones situado a 50 kilómetros de distancia y bajo una latencia de 30 milisegundos, inferior a lo que son capaces de captar los sentidos de un ser humano. De esa manera, la respuesta del volante, la imagen, estaban perfectamente sincronizadas en tiempo real, transfiriendo la friolera de 32 GB por segundo, entre imagen, y datos del vehículo. Es importante porque para 2020, según datos de la firma de análisis Gartner, habrá más de 20.400 millones de objetos conectados en todo el mundo.

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